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martes, 11 de mayo de 2010

Por los cerros de... Pingarrón




Hoy las ganas de ventear aires nuevos me han traído hasta los cerros del Pingarrón. A veces el paraíso puede estar a la vuelta de la esquina. Un monte mediterráneo a poco más de una docena de kilómetros de mi casa es una propuesta de lo más estimulante.
Nada más dejar atrás los ladridos de unos descomunales mastines me sorprende la floración de varios ejemplares de Cistus albidus. El encinar se hace más denso. Por desgracia unas fincas me recuerdan la persistente amenaza del ladrillo hacia todo paraje natural. Pese a todo, en un momento de flaqueza, envidio a sus propietarios imaginando el goce matutino de contemplar este bravo horizonte de encinas y coscojas.
Conozco la zona y sin embargo me sigue sorprendiendo con cada visita. La diversidad botánica es asombrosa. En apenas un palmo de terreno ,y como si se tratara de una auténtica exhibición florística, descubro Rhamnus lycioides, Lithodora fruticosa, Rosmarinus officinalis, Stahelina dubia... y Colutea hispanica, el conocido “espantalobos”, la planta nutricia de una de las mariposas más interesantes y amenazadas de la Comunidad de Madrid, Ioana iolas.
No son muchas, pese a todo, las mariposas que contemplo esta soleada mañana. La pequeña Coenonympha pamphilus pone a prueba mi paciencia y me obliga a gatear infantilmente para robarle una instantánea.
Las encinas muestran sus hermosas inflorescencias y en el suelo descubro orquídeas como Ophrys speculum y abundantes romerillas (Cistus clusii). Cualquier encuadre fotográfico a uno le sugeriría ciertamente estampas más propias de Extremadura, y sin embargo, estamos cerquita, muy cerquita de Madrid y su devenir excesivo.
El paisaje se abre, dando paso a campos de cultivo que presentan su característica flora arvense. Decido prolongar la ruta por laderas más agrestes. Me detengo fotografiando diversas jarillas, como los Helianthemum, que aquí tienen una nutrida representación. En mayo y tras las abundantes lluvias aquí no hay piedad para los aficionados a la botánica. Me demoro con varios ejemplares de Fumana y Alyssum. Ajena por completo a mi atropellado avance por este tapiz, una Chrysolina americana se alimenta sobre el romero, su plato preferido.
Una jornada estupenda a un tiro de piedra ¿se puede pedir más?.