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martes, 12 de junio de 2012
Las luciérnagas de Valdemoro
“A principios de los años sesenta, debido a la contaminación del aire y, sobre todo, en el campo, debido a la contaminación del agua (los ríos azules y las acequias transparentes), empezaron a desaparecer las luciérnagas. El fenómeno fue fulminante y fulgurante. Al cabo de unos años ya no había luciérnagas”.
PIER PAOLO PASOLINI, Escritos Corsarios
Un amigo con quien comparto inquietudes ambientales me explicaba, durante un reciente paseo campestre, que en los setenta se veían en Valdemoro muchas luciérnagas pero que hoy día habían dejado de verse.
La reflexión me trajo a la memoria un viejo artículo de Pier Paolo Pasolini en el que constataba este mismo fenómeno en la Italia de los años sesenta que era consecuencia del fatal envenenamiento del aire y de las aguas[1]. La agudeza intelectual del cineasta boloñés le permitió apreciar un proceso que entonces nadie fue capaz de advertir, esto es, una mutación decisiva del capitalismo debido a la emergencia de un nuevo tipo de cultura completamente distinta de la civilización campesina y paleoindustrial.
La percepción del declive de los escarabajos brillantes bien podría ser un necesario primer paso para apreciar el alcance y la magnitud de la actual crisis ambiental [2]y, desde luego, una sugestiva herramienta con que evaluar sus manifestaciones concretas en nuestro municipio.
Esta disposición observadora resulta, por lo demás, indispensable para cimentar cambios que se antojan ineludibles a la hora de favorecer la preservación de destacados valores naturales que todavía -y muy felizmente- se hallan presentes en Valdemoro. En su ausencia, el rechazo de la destrucción del territorio -articulado hoy día por una muy reducida masa crítica- apenas conseguirá cosechar la preocupación y los apoyos procedentes de eso que se da en llamar la mayoría social. [3]
L@s ecologistas conocemos bien las dificultades para inducir cambios determinantes en ciertas actitudes ciudadanas que tienen mucho que ver con otras tantas facetas del consumo o la producción. No escapa a nuestra consideración, tampoco, el muy probable riesgo de ser juzgados como una suerte de herederos contemporáneos de Casandra, así entregados a la fastidiosa misión de aguarle en todo momento la fiesta a unas sociedades pretendidamente sordas de puro autocomplacientes.
Más o menos sensibles al devenir de las pequeñas criaturas, lo cierto es que la naturaleza declina en Valdemoro a velocidad pareja a la que se multiplican los planes y proyectos que alientan su minucioso acabamiento. Nos hallamos, sin ninguna duda, ante una formidable conjunción de agresiones al ecosistema natural que relega, en efecto, la contestación ciudadana a expresiones apenas testimoniales dada la desproporción de fuerzas. Planes logísticos, nuevas infraestructuras viarias, desdoblamientos ferroviarios, depuradoras, redes de distribución de agua, ampliación de polígonos industriales o la nunca conjurada urbanización de El Espartal materializarían esta invasión del territorio a la manera de una mancha de aceite que no dejaría de extenderse [4].
Pensar que la liquidación temporal de muchas de las expectativas de crecimiento, impuesta por la actual situación económica, equivalga a que la presión sobre el entorno tienda a cesar resultaría poco atinado. Cabría, más bien, hablar de una cierta ralentización de su dinámica. El pensamiento económico dominante -y a nadie escapa que los “conservadores” gestores municipales adhieren su ideario con fervor cuasi religioso- promueve el crecimiento rápido e ilimitado con el objetivo de alcanzar el máximo beneficio. Y a este empeño se consagran la mayor parte de las energías, como demuestran todos los anunciados planes para reactivar la economía local [5].
No habría de olvidarse, por otra parte, que el metabolismo urbano precisa una continua expansión territorial, persiguiendo ampliar sus límites a expensas de los espacios naturales, incluso de aquellos cuya integridad goza de protección legal, como es el caso de la denominada Red Natura 2000 [6]. Para ratificarlo, nos referiremos a los esfuerzos de las últimas luchas y campañas ecologistas locales que, necesariamente, se están orientando a denunciar los planes que, unas veces de forma subrepticia y otras de manera nada disimulada, pretenden asestar un golpe de gracia a estas áreas protegidas.
Desconocimiento del medio y fascinación tecnológica
Ardua tarea la de intentar revertir esta situación. Por desgracia, a una gran parte de la ciudadanía poco parece habérsele perdido en nuestros campos. Tal vez no sea infundado sostener que el grueso de las preocupaciones “escrutadoras” se concentran hoy en el comprimido universo de la pantalla de un smartphone. El desinterés por lo que acontece en el espacio más agreste llega a resultar desolador y contrasta con el imparable ensimismamiento tecnológico que nos circunda [7]. La concreción de este estimulado tecnoentusiasmo es una inquebrantable fe de superación de toda aflicción material humana -o de no importa qué adversidad ambiental- a través de la tecnología [8]. Si todo ello, por añadidura, incita un consumo desmesurado e irreflexivo tanto mejor para los valedores del presente modelo. Entretanto las luciérnagas podrían estar esfumándose a solo un palmo de nuestras narices sin que ello nos provocase el más leve pestañeo.
Las exhortaciones al consumo responsable o al decrecimiento económico -este último con más razón- parecen abocados al fracaso ya que, como anticipadamente lamentaba el heterodoxo economista E. Schumacher, “basta que se diga que algo reducirá el nivel de vida para que toda posibilidad de debate desaparezca de inmediato” [9]. Idéntico riesgo corren las voces que, localmente, reclaman detener la pérdida de biodiversidad si, al mismo tiempo, aseveran que este objetivo pasa imperiosamente por renunciar a bienes y servicios considerados intocables por la mitología del progreso (el paradigma de esta interiorización lo constituyen, sin duda, las infraestructuras viarias, auténtico azote del territorio).
Interpretar esta suerte de urbanita “anestesia” hacia nuestro entorno natural -más allá de estrategias de distracción colectiva- requiere la concurrencia de otros factores. Así, una de las depuradas habilidades del actual modelo económico tal vez consista en su capacidad de invisibilizar los impactos ambientales derivados de modos y pautas de producción y consumo abiertamente biocidas. Se recurre, de una parte, a trasladar abrumadores costes sociales y ambientales a territorios distantes de los centros decisionales, donde la legislación es más laxa o directamente inexistente. De otra, se aniquila todo principio de solidaridad transgeneracional, al diferir en el tiempo estos trastornos socioambientales (futuras generaciones de seres humanos que padecerán las consecuencias de tecnologías e industrias cuyos contaminantes permanecerán activos durante decenas de miles de años, caso del desarrollo de la industria nuclear y sus residuos radioactivos). Otros fenómenos, como la desarticulación del mundo rural, tienen sus expresiones en ámbitos mucho más cercanos. Los procesos de urbanización masiva del territorio que se han venido impulsado en los últimos tiempos [10], además de la inmensa pérdida de recursos naturales que están ocasionando, condicionarán durante decenios las posibilidades de reorientar la economía local en base a criterios de sostenibilidad ambiental.
¿Para qué sirve un escarabajo?
El análisis de este escenario, con la perspectiva de los últimos años, otorga crucial importancia a esta fase en la que nos hallamos inmersos y de nuestra disposición –crítica y participativa- a afrontarla dependerá, sin duda, la calidad de vida futura.
Llevado por mi afición a la entomología he podido fotografiar en Valdemoro especies raras y de distribución escasa en el conjunto peninsular. La difusión de estos hallazgos ha suscitado, por fortuna, el interés de reconocidos expertos. El reverso de esta curiosidad científica ha sido la total indiferencia de los gobernantes municipales que, ironías de la vida (política), suscribieron hace dos años una moción para detener la pérdida de biodiversidad local.
La silenciosa retirada de las formas de vida menores, la paulatina merma de los espacios de mayor rusticidad deberían servirnos para tomar conciencia del momento tan decisivo que vivimos. La desaparición de una especie no pone contra las cuerdas un ecosistema pero podría significar una señal de alarma a la que convendría prestar especial atención [11]. Aviso, pues, para navegantes atentos.
Hace apenas unas semanas no tuve por menos que evocar nuevamente a Pasolini cuando, en uno de esos paseos que tanto me reconcilian con los campos y los cerros de Valdemoro, pude tomar entre mis dedos la larva de uno de esos “gusanos de luz” que ya entonces extrañaba el cineasta de Bolonia. Y quise advertir que la presencia de esta criatura, que correteaba ajena a tanta proyectada destrucción, de alguna manera me estaba anunciando que no todo está perdido en este maltratado sur de Madrid. Ni mucho menos.
NOTAS:
[1]. Pasolini, Pier P.(2009) “El artículo de las luciérnagas”. Escritos Corsarios. Ediciones del Oriente y del Mediterráneo. Madrid, pp. 155-163.
[2].“Una dificultad viene ilustrada con la metáfora del nenúfar. Se trata de lo siguiente: supongamos un estanque donde un nenúfar duplica cada día su superficie. Sabemos que en 30 días los nenúfares ocuparán todo el estanque. ¿En qué día ocuparán la mitad?. La respuesta es el día 29. ¿Y la cuarta parte?. El día 28. O sea: el día antepenúltimo el estanque, con tres cuartas partes de su superficie libre de nenúfares, parecerá estar aún lejos de la ocupación total. Dicho con otras palabras: cuando hay crecimiento exponencial –como en este caso- las cosas parecen lejos del desenlace en momentos en que dicho desenlace es ya inminente, porque en las últimas fases el proceso se acelera mucho. Esto puede estar ocurriendo con la percepción de la crisis ecológica mundial, y puede estar inhibiendo la intervención activa de las gentes en la solución de los problemas que nos amenazan ya, pero cuya gravedad e inminencia no se perciben todavía”. Sempere, Joaquín. (2007) “¿Es posible la austeridad voluntaria en un mundo que se hunde en la insostenibilidad ecológica?”, en Linz, Manfred., Riechmann, Joaquín. (Ed.) y Sempere, Joaquín. Vivir (bien) con menos. Sobre suficiencia y sostenibilidad. Icaria Editorial.Barcelona, pp. 20-21.
[3].Ivan Illich, un autor imprescindible para el pensamiento ecologista, anticipaba dificultades aparentemente insuperables al respecto en una de sus obras clásicas : “En una sociedad rica, cada uno es, más o menos, consumidor/usuario en alguna forma. Cada uno juega su papel en la destrucción del ambiente. El mito transforma esta multiplicidad de depredadores en una mayoría política. Por este hecho, esta multiplicidad de individuos atomizados se convierte en un bloque mítico de electores que se ponen de acuerdo sobre un problema inexistente: la mayoría silenciosa, guardiana invisible e invencible de los intereses empleados en el crecimiento, que paraliza toda acción política real”. Illich, Iván (1973). La convivencialidad. Barral Editores. Barcelona, p. 135.
[4].Para referirse a este proceso de urbanización Ramón Fernández Durán ha empleado con evidente acierto expresiones como la de“tsunami urbanizador” o “lengua de lava urbanizadora". Fernández Durán, Ramón (2006). El tsunami urbanizador español y mundial. Sobre las causas y repercusiones devastadoras, y la necesidad de prepararse para el previsible estallido de la burbuja inmobiliaria. Virus Editorial.
[5].Un ejemplo de ello es el llamado Parque Tecnológico de Valdemoro, que se ubicaría en el noreste del término municipal, sobre terrenos de gran valor ecológico. Madrid recupera los megaproyectos. Expansión, jueves 19 de mayo de 2011. http://www.variant.es/EXP110519.pdf
[6].La Red Natura es una red de espacios naturales representativos a nivel europeo, que tiene como objetivo conservar una extensa variedad de hábitats naturales y de especies de flora y fauna.
“La normativa ambiental de la Unión se empieza a flexibilizar, y los estudios de impacto a agilizar, sobre todo de cara a que las políticas de protección del entorno no entorpecieran la necesaria construcción de infraestructuras, promoción del transporte motorizado y creciente urbanización requeridos por un cada vez más amplio y globalizado mercado único y el futuro euro, sobre todo pensando en la ambiciosa expansión de la UE hacia el este. De esta forma, hasta la Red Natura 2000, los lugares de máximo valor y protección ambiental, delimitados a partir de la directiva Hábitat de 1992, serán sistemáticamente violados, si es preciso”. Fernández Durán, Ramón (2011). El antropoceno. La expansión del capitalismo global choca con la biosfera.Virus editorial (Barcelona), p. 78.
[7].Para Ramón Fernández Durán la Primera Piel estaría representada por la Madre Naturaleza. La Segunda Piel se identifica con el espacio construido o alterado por el sistema urbano-agro-industrial. Finalmente la infoesfera o Tercera Piel, sería el espacio virtual.
“La Tercera Piel está incidiendo pues de lleno en la configuración de la Segunda Piel, mientras que la Primera Piel (la naturaleza) se encoge y deteriora cada día más, pues el espacio de “flujos” condiciona cada vez más el espacio de “lugares” (o mejor dicho de “no lugares”) y, en suma, la “realidad virtual” la realidad “real””. Fernández Durán, Ramón (2010) Tercera Piel. Sociedad de la imagen y conquista del alma. Virus editorial (Barcelona), p. 56.
Otros autores se han referido a este fenómeno subrayando su índole escapista. Ver Cembranos, Fernando.” La escapada virtual: el desarrollo de una ceguera colectiva”, en Claves de ecologismo social (2009). VV.AA. Libros en Acción (Madrid), pp. 47-52.
[8].“Además la cacharrería electrónica es sistemáticamente infrautilizada y cada día más obsolescente, requiriendo en general de pilas altamente contaminantes para su funcionamiento, cuya producción y reciclaje genera también serios problemas ambientales […] Algo en principio tan simple como un teléfono móvil precisa de una enorme sofisticación de redes de diseño, extracción de materiales estratégicos (el preciado y disputado coltán, causante de sangrientos conflictos en el Congo), producción descentralizada de componentes y comercialización del producto final”. Fernández Durán, Ramón (2011). El antropoceno. La expansión del capitalismo global choca con la biosfera.Virus editorial (Barcelona), p.89.
“Cerca de un tercio de la población estadounidense es obesa, y los científicos de ese país se han puesto a buscar el gen de la obesidad para resolver el problema de manera “científica”. Naturalmente, la mejor solución sería adoptar dietas más saludables. Éste es un comportamiento sintomático de nuestra civilización. En lugar de cuestionar nuestro modo de vida emprendemos una huida hacia delante, buscando soluciones técnicas para dar respuesta a un problema cultural. Por otro lado, esta manera alocada de enfrentarse a los problemas no hace sino acelerar el movimiento destructivo”. Clémentin, Bruno y Cheynet, Vincent (2006) El decrecimiento sostenible. Hacia una economía saludable. Citado en Riechmann, Joaquín (Ed.) (2008). ¿En qué estamos fallando? Cambio social para ecologizar el mundo. Icaria Editorial. (Barcelona), p.17.
[9].Schumacher. E. F.(1990) Lo pequeño es hermoso. Hermann Blume Ediciones.Madrid, p.33.
[10].En una entrevista de octubre de 2010 el antiguo concejal de Urbanismo, Javier Hernández, no puede ocultar su entusiasmo por lo que entiende muy acertada política urbanística: "El trabajo que se ha hecho en los últimos diez años con los planes urbanísticos ha sido muy bueno. Hemos conseguido crecer de manera ordenada y liberar mucho suelo". Y continua poco más adelante: "Todavía no hemos llegado a nuestro tope. De hecho, aunque todo se ha ralentizado mucho, podemos presumir de que seguimos recibiendo peticiones de licencias de obra. Hay constructores que siguen apostando por nosotros y todavía tenemos suelo disponible", que finalmente se refiere –exultante- a las extraordinarias expectativas futuras: "en cuanto la situación empiece a mejorar, Valdemoro será una de las primeras ciudades en crecer". Valdemoro es la ciudad que más creció en España entre los años 2004 y 2009, según revela el último Anuario Económico publicado por La Caixa. Gente en Madrid 05/11/2010. Número 174.
[11].“La hipótesis de los pernos, propuesta por los Erlich, dice que cada especie desempeña un papel pequeño pero trascendente en el funcionamiento del ecosistema, al igual que los múltiples pernos que mantienen en su sitio las partes de un avión. La pérdida de unas cuantas especies (como la pérdida de unos cuantos pernos) debilita el conjunto, aunque no hasta un extremo necesariamente peligroso. Piérdase otro puñado y despuntará la catástrofe, en particular si el ecosistema afronta una dura prueba, como una perturbación ambiental (o una turbulencia del aire en el caso del avión)”. Leakey, Richard y Lewin, Roger (2008). La sexta extinción. El futuro de la vida y de la humanidad. Tusquets Editores, p. 153.
Richard Leakey habla de tres enfoques básicos para valorar la biodiversidad. En primer lugar se refiere al económico para indicar los beneficios tangibles que podemos obtener de nuestro entorno, como sustento, materias primas y medicamentos. El mantenimiento del entorno físico sería otro elemento fundamental. Por último alude al placer estético que los humanos experimentamos percibiendo la vida a nuestro alrededor. Leakey, Richard y Lewin, Roger op. cit., pp. 138-139.
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