La bolsita que guarda el "mix" (como ahora se dice) de frutos secos ecológicos me informa de su procedencia. Ya es de agradecer. A ver si sigue cundiendo el ejemplo. En todo caso me parece que algo no marcha del todo bien cuando se puede calificar de ecológico un producto que hasta llegar a mi mesa ha recorrido más de 7.000 kilómetros desde la lejana India.
Pasito a pasito al consumidor (odiosa palabra) se le proporcionan claves con las que interpretar el acto supremo que le define. Pasito a pasito, quien sabe si en barco, en tren o en camión, llegaron desde Oriente mis "ecológicos" frutos.
Namasté agroindustria.
