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viernes, 24 de julio de 2009
El criptocéfalo manchego
Todavía recuerdo la emoción que me produjo el encuentro con este minúsculo e inquieto escarabajo. El latinajo adaptado por los científicos para describirlo es nada menos que Cryptocephalus bahilloi. “Kryptos” es palabra griega y significa oculto o escondido. Por respeto a quienes padecen de cefalea no insistiremos en la parte aludida por el sufijo acompañante.
En efecto, el pequeño criptocéfalo manchego pertenece a un género de crisomélidos que se caracteriza por presentar una cabecita semioculta al final del pronoto.
Hace apenas un lustro este escarabajo era desconocido por la ciencia. Fue el entomólogo José Ignacio López-Colón quien lo describió en la localidad de Rivas Vaciamadrid, en un paraje hoy desaparecido bajo el empuje y el hormigón de la especulación inmobiliaria. En homenaje a su amigo -y también entomológo- Pablo Bahillo de la Puebla bautizó a la especie.
Emocionante fue, como decía, localizar y fotografiar a este extraño y valioso bichejo en el término de Valdemoro. No fue fácil pues al menor indicio de aproximación desaparece como por arte de magia.
Para su supervivencia depende de una planta también endémica, el limonio de los yesos (Limonium dichotomum), que sólo se encuentra en las provincias de Ciudad Real, Toledo, Cuenca y Madrid.
La falta de educación ambiental de la ciudadanía y, en especial, la desastrosa política medioambiental de la Comunidad de Madrid está suponiendo la desaparición de espacios naturales, corredores ecológicos y especies animales y vegetales engullidos por la voracidad urbanística que desata la especulación.
Produce tristeza que 30 años de crisis ecológica -y su correlato audiovisual de programas televisivos que persiguen la sensibilización y la formación ambiental de los ciudadanos- no impidan la sonrisa y la soberbia ignorante de quienes anteponen todo capricho humano a la búsqueda del mínimo equilibrio natural.
Nada consuela pensar que en cualquier nación de nuestro entorno no sería preciso emplear mucho tiempo en convencer a vecinos y autoridades de la necesidad de salvaguardar este patrimonio.
Spain is different y, lo que es peor, creo que lo será por mucho tiempo.
jueves, 23 de julio de 2009
ALJEZAR
Me encanta esta palabra de origen árabe: aljezar, o el yesar. Los campos donde vivo son ásperos, secos, de una hermosura tal vez discutible pero, sin duda, marcados por la impronta imperecedera de los afloramientos yesíferos. Sucede que, al igual que ocurre con infinidad de seres y criaturas, hay palabras condenadas a la extinción por el castigo silencioso de millones de gargantas. Ésta, creo, es una de ellas.
Valgan pues estas líneas y esfuerzos como pequeña reivindicación lingüística, cultural y, cómo no, paisajística. Los aljezares, ese escenario pseudoestepario que caracteriza buena parte del paisaje del sureste de Madrid, acogen plantas y animales adaptados a las adversas condiciones del entorno y, en cierta medida, ello los hace únicos. No hace falta marchar muy lejos para disfrutar de valiosos endemismos, esto es, especies vegetales o animales cuya área de distribución está restringida a un área muy concreta.
Desde hace mucho tiempo estos seres me ocupan y preocupan. Mi principal materia prima la contituye el tiempo que generosamente derrocho en rastrearlos por lindes, herbazales o páramos resecos. A través de esta pequeña ventana nos iremos asomando discreta o indiscretamente - a lo Hitchcock- por estos andurriales tan poco conocidos.
Feliz verano, feliz vida.
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