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martes, 19 de octubre de 2010

Berridos cercados




Todavía suenan los berridos de los ciervos en los Montes de Toledo. Recorremos casi a finales de octubre estas sierras y fincas de Las Guadalerzas con nombres tan evocadores como Torneros, Balandrinos, Robledillos, Piruétano o el Madroñal. Reconocer la bravura de estos montes, a poco más de un centenar de km. de Madrid, es tan necesario como denunciar la escandalosa presencia de cercados y vallas cinegéticas. Como muy bien apuntaba el botánico Emilio Castro, ese latifundismo que permitió la conservación de estos montes se está volviendo en su contra. Esta gestión de los montes concebidos como mero espacio para el “monocultivo” de ciervos está derivando en una presión excesiva de estos herbívoros sobre la vegetación, disminuyendo la fitodiversidad de sierras y rañas. La clausura de caminos de uso público, el cierre de vías de titularidad ciudadana es el correlato antidemocrático en este fortín de banqueros, aristócratas y otros todopoderosos truhanes.

Pese a ello disfrutamos de la observación de ciervos, gamos y jabalíes que, a falta de enemigos naturales, drásticamente eliminados de estos montes, caerán abatidos por la bala de los monteros.

Llevo casi 20 años recorriendo estos serrijones de las provincias de Toledo y Ciudad Real y ciertamente es admirable su diversidad natural.

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