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sábado, 1 de enero de 2011

¿Annus horribilis?



Descontados los deseos de venturosa existencia entre mis seres más cercanos, un anhelo engorda en mi ánimo este primero de enero por encima de todos los demás. Salud inquebrantable, inacabable tesón para quienes entregarán un año más su tiempo, sus energías y su propio dinero a la defensa de nuestro patrimonio natural.

Espero responder a esta ansiada expectativa y si la oportunidad se me ofrece en el año que acabamos de desempaquetar, roerle el bazo a algún concejal de urbanismo corrupto, valga la redundancia.

Comienza el año como aparcamos el anterior: la Junta de Castilla-La Mancha pretende destruir uno de los mejores saladares del centro de la península Ibérica. El almarjal de Borox, aunque en Toledo, apenas dista 20 kilómetros de donde duermo. Un lugar asombroso que las máquinas se disponen a arrasar cualquier semana de éstas.

La Directiva Hábitats protege sobre el papel este espacio que engloba los matorrales gipsófilos mejor conservados de la cuenca sedimentaria central del Tajo. No por casualidad se distinguió este ámbito como Lugar de Interés Comunitario (LIC) pasando a formar parte de la flamante (y mancillada) Red Natura 2000 con el rótulo de Yesares del Valle del Tajo.

Tomé estas fotos hace menos de una semana. En alguna de ellas se puede apreciar el balizamiento que anticipa el trazado por mitad del saladar. ¿Cómo es posible consentir semejante barbaridad?. La Dirección General de Evaluación Ambiental dió alas al promotor de la llamada Autovía de la Sagra que no es otro que la Dirección General de Carreteras de la propia Junta. En la zona se concentra casi una decena de hábitats de interés comunitario con un buen puñado de endemismos en peligro de extinción que estos desalmados se pasarán por el arco de su electoral triunfo.

Sólo un detalle que retrata la torpeza de estos truhanes desarrollistas. El proyecto que ahora aniquilará la biodiversidad del lugar se planteó una vez que, iniciadas las obras originales, diéronse de bruces con la ampliación del polígono industrial Jesús Menchero. A eso le llamo yo planificación integrada del territorio.

Apremiados por la inminencia de las obras, ecologistas y conservacionistas incitan a una perentoria coordinación para parar este dislate, uno más sí, pero tal vez el más importante de sus abultadas agendas.

Como todos los años, 2011 servirá para certificar que sigue siendo preferible ser torero en Finlandia que ecologista en España. Deseémosles pues, al menos, salud de hierro en el año que ahora arranca.

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