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miércoles, 23 de junio de 2010

Benditos secarrales (I)





Cuanto más recorre uno este paisaje desahuciado por el agua más intensa se hace la sensación de que su riqueza natural es inagotable. No transcurre una semana sin que un nuevo invertebrado o una especie de planta se incorporen a ese catálogo inconcluso que, tal vez de forma ingenua, pretende contener su biodiversidad, palabra muy de moda en estos tiempos. A fin de cuentas, vivimos bajo la dictadura de la moda y la ecología no es, ni mucho menos, una excepción.

Las últimas visitas primaverales trajeron, pues, novedades. En realidad fue uno mismo el que acudió a su encuentro. Allí llevan siglos, más bien decenas de miles de años, ajenos a nuestras urgencias y mudables necesidades.

Las laderas de estos promontorios próximos al Espartal de Valdemoro tienen un aspecto espléndido en esta época. Una de las plantas que he venido a fotografiar, esperando su momento de máxima floración, es un pequeño cardo interesante y hermoso. Su latinajo es Canduncellus caeruleus. Las cabezuelas púrpuras que diviso a lo lejos me alegran el día, que diría Harry Callaham.

Mientras saco la cámara del macuto descubro –perfectamente mimetizado- un saltamontes de gran tamaño capaz de infligir dolorosas mordeduras si se le molesta. Aprovecho la ocasión para tomarle unas fotos a Tettigonia viridissima, y es que el nombre lo dice todo ya que -verde- lo es un rato.

Un escarabajo diminuto –de apenas 5 mm- pone a prueba mi vista. Nunca antes lo había visto y me parece una miniatura de escarabajo pelotero. Le mando fotos a mi buen amigo López-Colón, extraordinario entomólogo del vecino Rivas-Vaciamadrid. José Ignacio es un experto conocedor de los Scarabaeoidea, tanto que suyo es el volumen 14 de Fauna Ibérica editado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Me informa que se trata de Onthophagus ruficapillus. Me alegra haber sido capaz de precisar al menos el género. Otra cosa es la especie pues, según José Ignacio, se trata de un género taxonómicamente muy complejo. Esta especie no es fácil verla pues vive enterrada en los excrementos de oveja, cabra, vaca, conejos, etc. Muchas especies de escarabajos coprófagos están en serio peligro de extinción como consecuencia de la desaparición de la ganadería extensiva.

Me demoro unos instantes sobre unas matas de tomillo salsero (Thymus zygis). Su floración convoca gran cantidad de fauna alada. Un objeto volador no identificado -y colorado como dibujo animado- sobrevuela a mi alrededor. ¡Qué cosa más curiosa!. No parece recelar demasiado de mi presencia y lo “afoto” sin piedad. Se trata de una bellísima (¿pueden resultar hermosas las moscas?) Myopa. Tal vez Myopa dorsalis, aunque es complejo aventurarlo. Nueva cita de gran valor en estos andurriales tan despreciados por la infame gobernanza local.

Mientras camino de regreso a casa, pensando en una cervecita bien fresca, descubro una pequeña meseta con más de 25 ejemplares de Astragalus alopecuroides. Es una preciosa planta leguminosa de la que se nutre una de las mariposas más escasas y valiosas de la Comunidad de Madrid, la llamada niña del astrágalo (Plebejus pylaon). Una muy buena noticia, sí señor.

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