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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Max Weber en El Aaiún


Manifestación en Madrid el 13 de noviembre de 2010

En una histórica conferencia pronunciada en Munich en enero de 1919 Max Weber diseccionaba la ética de la profesión política ante un auditorio compuesto mayoritariamente por estudiantes. Alemania vivía una delicadísima situación al encontrarse en profunda transformación a resultas de la guerra y del hundimiento del sistema político monárquico de Guillermo II.

En ese magma político y social Weber abordaba el problema central de las relaciones entre ética y política. Para el sociólogo alemán una acción podía orientarse bien por una ética de las convicciones o bien por una ética de la responsabilidad, percibiendo ésta última como la específica del político democrático. Ambas éticas mantenían una contraposición irresoluble.

Ello viene a cuento porque juzgo que la continua alusión gubernamental de responsabilidad ante los acontecimientos en la crisis del Sahara tiene hondas reminiscencias weberianas. Es más, diría que buena parte de la deriva política zapateril desde su imprevisible triunfo electoral de 2004 podría interpretarse al socaire de postulados del pensador alemán.

Entiendo que el énfasis en poner distancia respecto a los infamantes años del aznarismo, remarcando la muy loable premisa de que en política no todo vale, representaba un esfuerzo por recomponer una “desmoralizada” acción política. En ese sentido, el lider socialista, parecía abrazar una ética de las convicciones (“no os defraudaré”).

Weber no concede opción a visiones bucólicas de la política pues afirma, descarnadamente, que el medio específico de la política es la violencia y de ello debe ser consciente quien quiera que haga de la política su profesión. Otro tipo de violencia, pero violencia al fin y al cabo, es legislar contra el trabajador, más en el caso de quien declara ser socialdemócrata.

La ética de la responsabilidad subraya la necesidad de responder a las consecuencias de la propia acción y éstas, en la actual coyuntura no harían sino encanallar las boyantes relaciones económicas con la dictadura alauí. Los derechos humanos pueden esperar para el ahora weberiano gobierno de la nación. Max Weber en el Aaiún.

Por cierto ¿alguien sabe dónde se ha metido Goytisolo?.

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