Hace 9 horas
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sábado, 25 de diciembre de 2010
lunes, 20 de diciembre de 2010
Tren de Alta Necedad
“El telégrafo y el ferrocarril establecen la fraternidad evangélica entre todas las naciones del mundo.”
Ildefonso Cerdá
“Desearía vivir en un mundo sin ruidos artificiales e inútiles. Sin velocidad, y donde la noción misma de velocidad fuera despreciada o detestada, reservando los transportes rápidos a los miembros de profesiones indispensables o a ciertos casos graves.”
Marguerite Yourcenar
Ciudadanos ofreciendo sonrisas de oreja a oreja pueblan los telediarios. El Ministerio de Cemento, digo de Fomento, acaba de inaugurar el AVE Madrid-Levante. Los viejos responsables del NO-DO no habrían firmado un trabajo mejor. ¡Oh qué maravilla, Madrid y Valencia separados por menos de un par de horas!. Rinde armas la legión de feligreses complaciente con el moderno, inacabable mito de la velocidad.
A poco más de 5 kilómetros de donde me encuentro languidece el arroyo Guatén, un día reventado por las obras de la criminal infraestructura. ¡Oh progreso!. Qué son 6.600 millones de euros si con ello le hemos ganado al reloj unos minutejos. Y la alegría de esta gente, ¿acaso no cuenta?. Paganos risueños ignorantes de la deuda que acaban de contraer.
Como bien apuntaban en Ecologistas en Acción, la alternativa de utilizar la línea preexistente por Albacete -empleando con ello un tiempo de 2 horas 15´- era una cutrez intolerable para el boato posmoderno que se gasta este Ejecutivo. Inaceptable por más que ello hubiera significado minimizar los impactos ambientales y territoriales.
Superpongo las imágenes de este sobrecogedor prodigio de tecnología foránea - ¡que inventen ellos!- a las de la destrucción que precedió a la sofisticadísima irrupción del ingenio rebozado de ministros, presidentes y quién sabe si hasta del mismísimo obispo de Sigüenza.
¡¡ No te quieres enterar ye ye. !!
jueves, 9 de diciembre de 2010
La encina de los enamorados
Cielo gris sobre una fina cortina de lluvia. Hemos llegado a Ambite, una pequeña localidad al este de Madrid, muy cerca ya de la provincia de Guadalajara. Nos trae la ilusión de contemplar la Encina de los Enamorados, un soberbio ejemplar que algunos tienen por milenario. Se yergue junto a un recio caserón del siglo XVII, el llamado Palacio del Marqués de Legarda. Su volumen es tal, que llega a empequeñecer esta formidable construcción iniciada en 1623 por don Alonso de Terante y Cárdenas, embajador de Felipe III en Nápoles e Inglaterra. La leyenda dice que los planos de la época ya daban cuenta de una gran encina. Lo asombroso es que el ejemplar que actualmente puede contemplarse no es sino uno de los tres pies con que contaba originalmente. Hace más de 60 años se cortaron los otros dos.
Aprovecho para saborear algunas de las enormes bellotas esparcidas por el suelo. Otra de las abundantes leyendas que existen alrededor de la encina tiene precisamente a las bellotas por protagonistas:
“En la Edad Media habitaba la casa un caballero, que tuvo que partir a la guerra contra los moros y dejó aquí a su prometida, una cría que servía en ella. Todas las tardes salía la pobre a la encina, se sentaba en uno de sus tres troncos y empezaba a hablarle y a llorar por él. Así durante años, pues su novio nunca volvió. Y tanto lloró la moza, que donde se sentaba empezaron a salir las bellotas amargas, mientras en el resto del árbol seguían siendo dulces”.
La estela que esta bella historia ha dejado en la actualidad, hace depender la felicidad de los casados del sabor de estos frutos. Así, probados el día de la boda, si la bellota es dulce, dichosa será la existencia de los recien unidos. Ahora que si la bellota amarga… ya pueden imaginar como será la futura convivencia.
Tomo fotografías de la espectacular encina. El sol, juguetón, irrumpe de improviso entre las nubes y el instante condecora uno de los disparos con un estupendo arco iris. Antes de abandonar este extraordinario lugar, cuya visita es muy recomendable, converso con un vecino. Me cuenta que son muchísimas las visitas que recibe la encina. "Y en el Palacio -apunta- están rodando estos días Tierra de Lobos".
Veo poca televisión, afortunadamente. Me suena que es una serie.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Pajaritos y pajarracos
He who shall hurt the little Wren,
Shall never be belowed by Men(*)
William Blake, Auguries of Innocence
(*)“Aquél quien al pájaro reyezuelo dañe, jamás querido por el hombre será”.
Ignoro por cuánto tiempo podré disfrutar de los campos que rodean el lugar donde vivo. Las previsiones no son buenas, por desgracia. Seguro es que, mientras escribo estas líneas, alguien esté sentenciando en un despacho el porvenir de estos parajes singulares del sur de Madrid, tan reconocidos por las universidades madrileñas como despreciados por los gobernantes municipales.
Sin embargo salir hoy al campo, dando con ello rienda suelta al irreductible duende silvestre que uno porta, no siempre constituye una experiencia gozosa. Me explicaré. Nadie pone en duda el fomento de las actividades y actitudes favorables a la naturaleza. Cada vez son más quienes acuden al campo con la excusa de observar aves, recoger setas, espárragos o almendras.
En un delicioso librito titulado Capricho extremeño, confesaba Andrés Trapiello el desdén que le producía la irrupción campestre de esta legión de “recolectores”, de los que opinaba que “no conciben el campo sin ordeñarlo un poco”. No llego a tanto, sinceramente.
Yo me refiero a otro tipo de reuniones. Y es que empieza a escamarme la alta probabilidad de que la observación de varios individuos al aire libre sea preámbulo de pesares para el medio ambiente. Van tres fines de semana seguidos.
Hace un par de horas he descubierto a varios tipejos capturando aves con redes prohibidas. Eran no menos de siete y por su aspecto seguro estoy de que las fotos que conserven de su primera comunión por fuerza han de ser en color sepia. Nada de chiquilladas, que es a lo que voy.
A los mayúsculos desastres promovidos por la Administración, ya sea local, autonómica o estatal se suma este goteo continuo, incesante, exasperante de individuos que merma todos los días el patrimonio natural de tod@s. A fin de cuentas, argumentarán, “son sólo pájaros” -protegidos por la ley- pero simples pájaros.
En definitiva, cada día es más caro conseguir que un paseo por el campo sea una experiencia del todo recreativa. Sobre todo para aquellos que todavía no nos conformamos exclusivamente con regresar a casa con un buen cesto de espárragos trigueros.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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