Hace 9 horas
Mi lista de blogs
domingo, 20 de febrero de 2011
Colchicum triphyllum
No sería injustificado calificar al colchico de primavera de verdadero duendecillo vegetal. Su periodo de floración, discreto, se limita al mes de febrero. Su descubrimiento en Valdemoro me supuso una de las mayores alegrías que he obtenido de mis paseos campestres.
Una pequeña ladera orientada al norte, y localizada en las inmediaciones de un polígono industrial, constituye la mayor población conocida de esta liliácea en toda la Comunidad de Madrid. Y esto no lo digo yo sino que lo afirma un “viejo” compañero de luchas ecologistas, Juan Manuel Martínez Labarga, profesor de Botánica Forestal en la Universidad Politécnica de Madrid. De hecho, me comenta Juanma que investigadores del Jardín Botánico recogieron ayer mismo plantas valdemoreñas para las colecciones vivas del Centro.
Se trata de un raro geófito (del griego geo, tierra y phyto, planta) que subsiste subterráneamente en la época desfavorable en forma de bulbo y unas breves raices. Es propia de zonas esteparias del sudeste asiático, Turquía, Grecia, el norte de África y zonas frías y áridas de la península Ibérica.
Su toxicidad –contiene el alcaloide colchicina- le evita ser curioseado por el ganado o los propios conejos y liebres. Por sus propiedades antiinflamatorias y anticancerígenas fue utilizado en otro tiempo aunque hoy parece haber sido abandonado su empleo.
El Ayuntamiento de Valdemoro, como no podía ser de otra manera, prevé un plan parcial urbanístico que afectaría de lleno a la parcela donde crece esta excepcional población. Como medida de prevención ha sido trasladada a terrenos cercanos -y protegidos por su condición forestal- alrededor de una docena de estas plantas.
En todo caso se perfila una nueva batalla por frenar la incesante agresión a la importante riqueza natural de esta parte del sureste de Madrid. Atentados ecológicos que en muchísimos casos suponen una silenciosa extinción de estos valores ya que es precedida de la más absoluta ignorancia de su presencia.
jueves, 10 de febrero de 2011
Ecos
“El siglo XXI será ecologista o no será”
(Con el permiso de André Malraux)
Admitamos que lo pequeño es hermoso, como sentenció E.F. Schumacher. El ecologismo halló inusitada fuerza motriz en esta feliz expresión cuyo vigor se prolonga hasta nuestros días. Ahora bien ¿cabe aplicarla con éxito al propio ecologismo sin incurrir en inútil autocomplacencia?
Dice Jorge Riechmann que ser ecologista en la era de la crisis ecológica global, o pacifista antinuclear en la época de las armas de destrucción masiva, no debería resultar excepcional. Ello sería algo así como una suerte de decencia cívica elemental que, sin embargo, contrasta con la colectiva deserción ante la cosa pública que caracteriza a sociedades como la nuestra.
La debilidad de los movimientos ecologistas, apunta el admirable ensayista-poeta-ecologista-filósofo, da idea de la miseria de nuestra condición.
Pequeños, residuales, aislados, fragmentados, endogámicos de pensamiento y de acción. Ante la crónica, angustiante incapacidad para que nuestras ideas se reproduzcan socialmente “contaminando” la existencia de nuevos activistas, discutible me resulta la aplicación indiscriminada de la bella frase de Schumacher.
Radicales e incomprensibles. Estancados. Condenados a la extinción como las mismas especies que nos privan de descanso.
Porque ¿cómo confiar en inocular algo de esta urgencia improrrogable, un atisbo de esta pugna inaplazable en alguien que juzgue de locos pasear descalzo por la hierba?
¿Y en alguien que juzgue de locos condenar al silencio –al menos un día entero- al televisor?.
¿Y en alguien que juzgue de locos perder la cuenta de las estrellas que contempla en la noche?
¿Y en alguien que juzgue de locos leer un poema bajo un árbol?.
¿Y en alguien que juzgue de locos escribir un poema bajo un árbol?.
¿Y en alguien que juzgue de locos reconocer por su canto al pájaro que trina en tu ventana?.
¿Y en alguien que juzgue propio de locos el ser capaz de nombrar cinco especies de plantas de tu comarca (y que simultáneamente se ignore el nombre de los centros comerciales de tu ciudad)?.
¿Y en alguien que juzgue de locos optar por el transporte público cuando podrías recurrir a tu propio coche?.
¿Y en alguien que juzgue sospechoso a quien no tenga problema en mandar a paseo al bueno de San Valentín y su dichoso día de los enamorados?.
¡Qué de cuerdos, hostias! ¡Qué de cuerdos!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)