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sábado, 17 de octubre de 2009

Convidados vegetales
















Coge el dinero y corre es el nombre de una de las primeras películas de mi admirado Woody Allen. No por casualidad el título visita mi cabeza cuando merodeo ante uno de esos fantasmales y destartalados módulos promocionales de chalets que han venido proliferando hasta los avisos más severos de la crisis inmobiliaria.

Tras la súbita retirada de los escualos de la construcción llama mi atención el decorado vegetal superviviente. Pequeñas coníferas, tagetes, santolinas o Euonimus, como los de la foto, quedaron en verano a merced del sol inclemente y la falta de agua, una vez liquidado su concurso en el atrezzo embaucador de la felicidad doméstica perpetrada por los agentes inmobiliarios.

En resumen, un escenario tramposo y residual en el que destaca la provisionalidad de estos elementos vegetales. A diferencia de otros olvidados enseres, su condición vital añade un punto grotesco a la escena pues nadie los echará en falta ni, por supuesto, garantizará su supervivencia. Ni tan siquiera los servicios municipales de jardinería asumirán sus cuidados dado su muy particular origen.

A estas alturas del desastre nadie debería ignorar que la naturaleza rapaz del presente modo de producción homologa personas, ladrillos, tenazas o plantones de vivero. Es llamativo escuchar de boca de algún que otro socialdemócrata -sí, esos mismos que años ha se echaron en brazos del capital- aquello de que la economía no es sino una más de las ciencias sociales y que, por ello, debería adaptarse a las necesidades de los seres humanos y -por extensión new age- a las de los ecosistemas que los acogen, nunca al contrario.

Lo peor de todo es que sospecho que durante tiempo indefinido soportaremos a políticos, economistas y, cómo no, a esos ladrilleros que hoy parecen vivir sus horas más bajas, y sus peroratas sobre la supuesta sostenibilidad que anima sus acciones y sus obras.

Yo, mientras tanto, confío en llevar una repleta cantimplora de agua el próximo día en que el maestro Allen vuelva a asomarse a mi memoria.

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