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sábado, 7 de noviembre de 2009

Zygophyllum fabago


En no pocas ocasiones las afueras de la ciudad deparan notables sorpresas botánicas. La morsana (Zygophyllum fabago) es una curiosa planta introducida en España hace más de un siglo con la ayuda del ferrocarril. Tal era la hipótesis del Hermano Rufino Sagredo a la hora de explicar la distribución de esta especie que definía como planta ruso-asiática.
Sus preferencias ecológicas la llevan a colonizar con igual fortuna campos abandonados, ruinas o ramblas. En la cuneta de una vereda recogí, hace unos días, semillas de los únicos 3 ejemplares que he localizado en el término de Valdemoro. El dato puede llamar la atención si se considera el carácter tradicionalmente invasivo de la especie. Sin embargo, hay quien señala un más que probable declive de sus efectivos en la propia Comunidad de Madrid.
Tras los rigores del verano, que casi logran proscribir el verde del tapiz vegetal de nuestros campos, destaca la pujanza vital de esta planta de notables propiedades vermífugas (combate las lombrices intestinales) y astringentes. El observador poco familiarizado a buen seguro fijará su atención en la tersura de sus hojas bifoliadas y las caprichosas cápsulas que envuelven los frutos. Desde el punto de vista culinario el propio Font Quer advertía que “los capullos florales, encurtidos con sal y vinagre, pueden sustituir a las alcaparras”. Por otra parte es sabido su extraordinario valor como abono verde para huertos e invernaderos.

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