Efervescencia de las redes sociales. Estrenadas formas de relación en estos primeros años del siglo XXI. Interactuamos cada vez más por las redes sociales. Que sea a través de un luminoso y sofisticado trozo de plástico no altera en absoluto las conclusiones del reciente informe de la Fundación Telefónica.
Glorificación, en suma, de las nuevas formas organizativas del ocio y los hábitos relacionales. Pese a todo, donde los nuevos ingenieros sociales pretenden visualizar redes sociales yo sólo soy capaz de ver individuos sonrientes agitando dedos sobre el minúsculo teclado.
La sociedad está cambiando, arengan desde los centros de poder tecnológico, y yo me arrugo -perplejo- en mi asiento, rodeado de un ejército de aisladas mónadas “relacionales”.
¿Habríamos de confiar ufanos, como parece, en esos inductores del cambio social que hoy representan ciclópeas y todopoderosas organizaciones como Facebook, Twitter, Samsung o Apple?. Afirma John Zerzan que todas las tecnologías forjadas por el capitalismo arrastran la impronta de la jerarquía, la explotación y la división del trabajo. Y ello debería servir de atinada advertencia, pese a que hoy resulte casi imposible permanecer al margen de esta formidable infraestructura, especialmente para quienes anhelan alumbrar dinámicas y proyectos de matriz emancipatoria.
Entusiasmados por el imparable entramado digital, que se sustantiva como
social, mientras asistimos a la demolición de las bases sociales que permiten una convivencia digna y decente. Paradójica constatación representa, en efecto, la cotidiana demolición de la sociedad, perpetrada desde los centros de poder político y financiero. “
There Is No Alternative”, como a fin de cuentas sentenciaba el tchatcheriano mantra.
A lo que vamos…que la revolución digital me está pasando por encima. Lo mismo un día de estos me compro una estilográfica.